viernes, 17 de julio de 2009

500 años acompañan al pueblo de Honduras.

Raúl Verrier
A la entrada del edificio central de la CIA en Langley, en su vestíbulo, se afirma que reza el versículo bíblico “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libre…” Paradójicamente, la historia de crímenes, ajusticiamientos extrajudiciales, secuestros, golpes de estados, magnicidios, perpetrados por la agencia de inteligencia norteamericana han tenido como común denominador el ocultamiento y la manipulación de la verdad como medios y como fin estratégico, la conculcación de la libertad de los pueblos.
Fue Carlos Marx en su obra “El 18 Brumario” quien expresó: “Hegel dice (…) que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa…”
El domingo 28 de junio los pueblos de la América Latina despertaron con la nefasta noticia de que la oligarquía hondureña reeditó la trágica historia de golpes de estados, en contra de un gobierno constitucional, elegido por el voto democrático de su pueblo.
Han transcurridos veinte jornadas de que fuera interrumpida la constitucionalidad en la hermana República de Honduras y el gobierno norteamericano realiza ingentes esfuerzos por legitimar la farsa asociada a un estéril proceso negociador, que tiene como objetivo final impedir la restitución del depuesto presidente legítimo José Manuel Zelaya.
El compañero Fidel en sus reflexiones, ha insistido en la responsabilidad de la administración estadounidense en la actual situación que sufren los hondureños. Baste recordar, que hasta el momento la única acción punitiva del gobierno de Estados Unidos contra los golpistas, fue la de ordenar la salida de Enrique Ortez como integrante del gobierno usurpador, quien al ejercer como Canciller de facto dijera: " (Obama) es un negrito que no sabe nada de Honduras”.
Culminó en Egipto la XV Cumbre de los NO alineados, con una fuerte condena a la situación que sufre la democracia en Honduras. Las imágenes de la televisión no pueden sustraerse del embrujo de la pirámides de Egipto; pirámides que hicieron exclamar al invasor imperial Napoleón Bonaparte”: “¡Adelante soldados! Recordad que desde lo alto de las pirámides, cuarenta siglos os contemplan”.
Hoy los destinos del pueblo de Honduras están amenazados ante el voraz apetito de otro imperio, pero no son 40 los siglos que contemplan al bravo pueblo de Honduras, son más de 500 años de opresión y de luchas los que sirven de savia nutricia a ese pueblo, que ha decidido marchar junto a su presidente para hacer realidad los milenarios sueños de una justicia redentora y verdadera.

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