jueves, 6 de octubre de 2011

Un testimonio sobre el bárbaro derribo del avión de Cubana

Este breve testimonio pertenece a mi libro Venezuela rebelde (Casa Editora Abril, La Habana, 2006). Es mi homenaje a las víctimas de aquel atroz atentado ocurrido hace 35 años, que sigue impune. 
Nitza Fernández Oviedo nació en Matanzas, Cuba, hace 47 años, pero se inició en la esgrima a los 12. Es Licenciada en Educación, aunque su vida estuvo marcada por un hecho inesperado, inmensamente doloroso. En 1976 formaba parte de la preselección nacional juvenil de esgrima, pero no fue seleccionada para integrar el equipo que ganó todas las medallas de oro en el campeonato centroamericano realizado ese año en Caracas. El avión de Cubana de Aviación que traía a sus compañeros de regreso explotó en el aire, cerca de las costas de Barbados. Los terroristas habían abordado el avión en Venezuela, situado los explosivos en el trayecto hasta Trinidad y Tobago, y abandonado la nave durante la escala técnica en Puerto España. Los setenta y tres pasajeros y tripulantes, murieron.
Yo tenía 17 años. Murieron compañeros míos de aula, de albergue, mi entrenador. Fue duro, muy difícil…; todavía hoy, con la edad que tengo, no he podido rebasar la emoción, la tristeza, la nostalgia, de ese momento. Tres meses después de aquel sabotaje, hubo que rehacer el equipo, y salir a competir a Europa, durante la temporada de invierno. Hubo que sobreponerse. En 1979 el equipo conquistó nuevamente la medalla de oro en el campeonato centroamericano de Curazao.
En 1981 avanzó a la semifinal del Campeonato Mundial celebrado en Francia, fue su mejor resultado. Se retiró muy joven, a los 25 años. Es la directora de la Escuela de Profesores de Educación Física de Matanzas y tiene un hijo de 16 años que practica la natación, del que se siente orgullosa, pero en la actualidad coordina una brigada de entrenadores cubanos en el Estado de Lara, Venezuela, como parte de la Misión Barrio Adentro. Preferiría trabajar directamente con la población, como los restantes colaboradores, pero sabe que alguien tiene que asumir las funciones de organización. En Venezuela pudo realizar el sueño de ser internacionalista.

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